Todo detrás de los Toros ibéricos de Guisando: origen y leyenda

¿Alguna vez has oído hablar de los Toros de Guisando? Los Toros de Guisando son una serie de esculturas ibéricas compuesta por cuatro figuras de piedra que hacen alusión a estos majestuosos animales. Estas esculturas se encuentran en el cerro de Guisando, perteneciente a El Tiemblo, en Ávila. Históricamente se les atribuye a la cultura de los vetones, un pueblo prerromano que estuvo asentado en la región entre los ríos Duero y Tajo durante la Edad del Hierro (aprox. siglos IV y III a.C.). 

La voz histórica transmitida de generación en generación nos cuenta la leyenda de que tras la victoria de Julio César sobre los pompeyanos liberados por Tito Labieno en la batalla de Munda en el año 45 a.C., los baezanos erigieron estas esculturas simbolizando toros de piedra para recordar y celebrar este triunfo. La ubicación original que se les otorgó durante 1300 años fue el territorio de Baeza cerca de la orilla del río Guadalimar. Posteriormente, durante la dominación árabe, el emir Abén Jucef, tras derrotar a los cristianos en la batalla de Alarcos, ordenó el traslado de los toros al cerro de Guisando. 

Evidencias y debate

Como toda leyenda, existen diferencias de pensamiento y opinión entre historiadores y arqueólogos. Algunos defienden esta sucesión de hechos, mientras que otros son fieles creyentes de que su ubicación original es en la que se pueden encontrar actualmente. La veracidad de esta historia es difícil de confirmar, dado que no se cuenta con evidencias arqueológicas fiables.

Para avivar las versiones, un acontecimiento reciente volvió a abrir el debate de la posible conexión entre ambas regiones y las esculturas. En los últimos años, han encontrado otra figura de piedra similar a los Toros de Guisando en el yacimiento arqueológico de Gil de Olid, ubicado en la terraza de un meandro del río Guadalquivir cerca de Baeza.

Cierto es que, por ahora, no se puede asumir una realidad sobre estos espectaculares e históricos toros, pero en la memoria de la ciudad de Baeza siempre se conservará el vínculo especial que los une, formando parte del rico acervo cultural de la región. 

Esto es un claro ejemplo de cómo la historia y el folclore se entrelazan a lo largo del tiempo, generando relatos que siguen despertando el interés y la curiosidad de investigadores y amantes del pasado. La posibilidad de que Baeza fuera el punto de origen de estas imponentes esculturas de piedra añade un componente intrigante a la narrativa histórica de la ciudad, conectándola con un episodio tan significativo como la victoria de Julio César en la batalla de Munda y con el dominio musulmán siglos después.