Catedral de la Natividad de Nuestra Señora
Descripción
Tal como contó Federico García Lorca en su libro Impresiones y Paisajes, la catedral de la Natividad de Nuestra Señora domina el paisaje monumental de Baeza. La atalaya de su torre es visible desde la lejanía y desde sus más de 50 metros de altura se puede disfrutar de una magnífica vista de la ciudad y del valle del Guadalquivir. Declarada Monumento Nacional en 1931, la catedral se asienta sobre un antiguo templo romano, posteriormente transformado en visigodo y más tarde en mezquita tras la llegada de los musulmanes. En 1227 pasa a ser, bajo la advocación mariana de “la Natividad”, sede Catedralicia.
El sello renacentista lo adquirió en el siglo XVI, después de que en 1567 se desplomase más de la mitad del edificio. Andrés de Vandelvira y otros importantes arquitectos andaluces imprimen a la catedral el estilo clásico imperante entonces en el arte religioso. Hasta finales de siglo, el templo se fue transformando por partes.
La portada fue trazada en 1587 por Juan Bautista Villalpando, con el relieve de la Natividad de la Virgen, cuyo autor es el jesuita baezano Jerónimo del Prado.
Torre
En la torre, varios elementos, algunos ocultos, delatan su origen musulmán. Se cree que la base de la torre fue el alminar de la antigua mezquita, construido alrededor del siglo XI. Tras la reconquista de la ciudad, a manos de Fernando III, se añadieron la cornisa y dos gárgolas y ya en tiempos de Vandelvira se instalaron las campanas y la cubierta, que se desplomó en 1862 y se restauró con un poco estético chapitel de pizarra a cuatro aguas, el cual se cambió en los años cincuenta bajo la dirección de Prieto Moreno y Ambrosio del Valle. Sobre las campanas, destacar que la más antigua de las cuatro data de 1772: la conocida como El Porrón. La torre también tiene adosado un retablo heráldico de 1395 que incluye un texto en caracteres góticos que recuerda la reconquista de Baeza en el siglo XIII.
Puerta de la Luna y Puerta del Perdón
Al final de la nave central se encuentra uno de los elementos más antiguos del edificio: la Puerta de la Luna. De estilo gótico mudéjar del siglo XIII, destaca su arco lobulado de herradura y el rosetón del XIV que está encima. Y más arriba se encuentra la lápida sepulcral del obispo San Pedro Pascual, que recibió el martirio en 1300 al ser degollado por los musulmanes en Granada. Sus restos descansan en una urna sobre el altar mayor. En la fachada sur se abre la conocida Puerta del perdón, de estilo gótico flamígero de finales del XV. Se utiliza para acceder al claustro desde la calle.
Interior de la Catedral de Baeza
El interior alberga, además de interesantes capillas y el magnífico retablo barroco del altar mayor, numerosos bienes muebles de gran calidad esparcidos por sus naves y expuestos en el museo catedralicio del bello claustro. El edificio se compone de tres naves, una central dominante y dos laterales. En el interior destaca su división entre su parte gótica y la renacentista, ésta debida a la reforma de Andrés Vandelvira y sus sucesores tras el derrumbe de 1567. Llama la atención la araña de bronce y cristal que cuelga de la bóveda de crucero, una pieza valiosa y artística del siglo XIX que los expertos creen que proviene del palacio de Jabalquinto.
En el altar mayor destaca sobremanera el retablo barroco, obra del escultor Manuel del Álamo en 1674. Magnífica es la Capilla Dorada, de finales del XVI, con su arco de medio punto en el acceso y sus altares de adoración a los Reyes Magos o los Pastores. Otro elemento a destacar del interior de la Catedral de Baeza es la Reja del Antiguo Coro, realizada por el Maestro Bartolomé en el primer tercio del siglo XVI, de casi ocho metros de longitud y repleta de preciosa ornamentación.
El templo es rico en capillas y todas merecen que nos detengamos un ratito. La de las Ánimas, la del Sagrario, con su hermoso retablo barroco; la de San Miguel; la Capilla Dorada, la más brillante de todas.
Una de las piezas más valiosas de toda la Catedral es la Custodia, que permanece guardada en una cámara de seguridad en la nave del Evangelio y que solo sale el día del Corpus. Es una joya barroca de principios del XVIII y que según la documentación está fabricada con 10.745 onzas y dos adarmes de plata de ley. Es una de las piezas de orfebrería más destacadas de Andalucía.
En cuanto a las obras pictóricas, merece la pena pararse ante el lienzo de la Sagrada Familia que adorna una pared de camino a la sacristía, obra de Valdés Leal; o contemplar Santa Úrsula y las once mil vírgenes, atribuido a Bocanegra.
Ya al aire libre no hay que perder la oportunidad de pasear por el patio y el claustro gótico y apreciar las capillas con sus respectivas rejas. Y sus capillas mudéjares, alguna data de finales del XIV.
Para completar una visita perfecta, se puede acceder al Museo Catedralicio, que alberga enseres y piezas religiosas de gran valor, y a la biblioteca, con su rico fondo documental de los siglos XVI y XVII.